El 12 de abril de 1961, a las 9:07 (hora de Moscú), el cosmonauta ruso Yuri Gagarin espontáneamente exclamó su célebre “¡Vamos allá!” durante el histórico lanzamiento de la Vostok1 desde el  Cosmódromo de Tyuratam  (Baikonur). Su exclamación quedó para siempre vinculada en la cultura popular rusa como expresión de autoconfianza y arrojo ante retos difíciles. Hace 60 años Gagarin se convirtió en el primer ser humano en viajar al espacio y una de las figuras más admiradas de la aventura espacial.

Por motivos de seguridad se decidió que el vuelo de Gagarin debía  realizar tan sólo una órbita alrededor del planeta, a una altitud de 315 km. La carga de la nave incluía equipamiento de soporte vital, radio y televisión para monitorizar las condiciones del cosmonauta. El vuelo fue totalmente automático, aunque Gagarin poseía un sobre cerrado con el código de seguridad que le permitiría acceder a los controles de la nave en caso de emergencia. Las posibilidades de regresar vivo de esta misión eran del 50%. La leyenda nos cuenta que Yuri Gagarin, durante el breve trayecto a la rampa de lanzamiento, ordenó parar el vehículo  para orinar, tradición que han repetido todos los  cosmonautas desde entonces.

Diez minutos  después del lanzamiento se apagaron los motores y la Vostok se separó de la última fase. La nave viajaba a 28.000 km/h sobrevolando el Océano Pacífico y el extremo austral de América del Sur. Cuando apenas habían transcurridos 40 minutos desde el despegue, el sistema automático de orientación inició la maniobra de la nave para el crucial encendido de frenado. Finalmente a las 10:25 el motor se activó  mientras la nave volaba sobre el continente africano.

El momento más crítico del vuelo  llegó durante la reentrada en la atmósfera, cuando falló la separación del módulo de instrumentos del de servicio, y el vehículo empezó a girar sin control. El calor de la reentrada quemó el cable que los unía, permitiendo que el módulo de servicio se enderezara. A unos 7.000 m del suelo su asiento fue eyectado y alrededor de las 11 de la mañana el cosmonauta aterrizó  finalmente en paracaídas, un detalle que  mantuvieron oculto durante bastante tiempo. Pero no se encontraba en el lugar previsto y no había nadie para recibirle. Anna Tajtárova, campesina de una granja colectiva cercana al pueblo de Smelovka, y su nieta Rita, de seis años de edad, fueron las primeras personas en encontrar a Gagarin, quien las tranquilizó con las palabras: “No temáis,  soy soviético”.

Módulo habitable de la Vostok 1 usada por Gagarin en su primer vuelo orbital.
Módulo habitable de la Vostok 1 usada por Gagarin en su primer vuelo orbital.

El vuelo, de apenas 108 minutos en la nave Vostok 1, marcó uno de los hitos más importantes en la historia al contemplar la Tierra desde el espacio. Y para la posteridad quedaron algunas de sus frases: “¡Veo la Tierra! ¡Es tan hermosa!”, “Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos”.  Convertido en un héroe nacional de la antigua URSS, y en una leyenda de la astronáutica mundial, no volvió a viajar al espacio. El 27 de marzo de 1968, a los 34 años, perdió su vida  cuando el caza MiG-15 que pilotaba, durante un vuelo rutinario, se estrelló cerca de Moscú en circunstancias aún no aclaradas del todo.

En 2011, Naciones Unidas declaró el 12 de abril   “Día Internacional de los Vuelos Espaciales Tripulados” para conmemorar cada año el principio de la Era Espacial para la Humanidad, reafirmando que la ciencia y la tecnología espaciales contribuyen de manera importante a alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible, a aumentar el bienestar de los Estados y los pueblos, y asegurar que se vea cumplida su aspiración de reservar el espacio para fines pacíficos.​

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