Un mes de octubre para olvidar en el sector turístico en Málaga. La mayoría de las cadenas hoteleras ya anunciaron que cerrarían sus establecimientos costeros ante la falta de clientes provocada por la pandemia y los datos oficiales lo ratifican. Los hoteles malagueños perdieron en octubre el 80% de los viajeros y el 88% de las pernoctaciones, según la Encuesta de Ocupación Hotelera publicada este martes por el Instituto Nacional de Estadística.

El mes pasado los hoteles alojaron a 108.611 clientes en la provincia frente a los 536.722 del mismo mes del año pasado. Esos usuarios, muchos de ellos ni siquiera turistas sino personas que han llegado a la provincia por motivos laborales, realizaron 235.045 pernoctaciones mientras que en octubre de 2019 rozaron los dos millones de pernoctaciones. La estancia media fue de dos días, lo justo para pasar un fin de semana rápido o resolver algún tema de trabajo. 



El cliente español ha mantenido, dentro de lo que cabe, algo más el tipo mientras que el internacional prácticamente ha desaparecido. El mes pasado los hoteles contabilizaron 75.669 clientes españoles que hicieron 144.671 pernoctaciones, con reducciones interanuales del 52 y el 59% respectivamente.

En el caso del cliente extranjero, apenas hubo 32.943 alojados en todo el mes con 90.375 pernoctaciones, lo que representa descenso sobre octubre de 2019 del 91 y el 94% respectivamente. El año pasado hubo 1,6 millones de pernoctaciones de clientes internacionales, por lo que el desplome es brutal.

No hay negocio y sale prácticamente más caro mantener el hotel abierto que cerrado, aunque un establecimiento cerrado medio de cuatro estrellas y 100 habitaciones tiene un coste mensual de unos 50.000 euros entre alquileres, nóminas, cotizaciones, impuestos y otros gastos de mantenimiento según las estimaciones de Aehcos. Abierto sale por unos 120.000 euros al mes.

Según los datos oficiales del INE, en octubre había 366 hoteles abiertos frente a los 580 del mismo mes del año pasado, por lo que hay disponibles 40.000 plazas, menos de la mitad que hace un año. Dentro de esas 40.000 plazas, los grados de ocupación están siendo paupérrimos: un 23% en habitaciones y plazas en fin de semana. El año pasado, pese a no ser ya temporada alta, había un 76% de ocupación por habitaciones. 

El empleo se está viendo resentido. El mes pasado había 4.193 empleados trabajando en los hoteles de la provincia, la cuarta parte de hace un año. El resto está en Expedientes Temporales de Regulación de Empleo, son discontinuos o, directamente, están en el paro. 

El futuro no es, a corto plazo, prometedor. En el mes de noviembre se han intensificado las restricciones y no se puede ir de un municipio a otro salvo causa justificada y hacer turismo no lo es. Los bares, restaurantes y comercios cierran a las seis de la tarde, por lo que las ciudades se quedan desangeladas a partir de esa hora, un extremo al que tampoco ayuda el frío y que sea ya de noche.

Pueden venir turistas nacionales o internacionales en avión, aunque desde este lunes es obligatorio que se hagan una PCR en origen y que el resultado sea negativo para poder volar, lo que puede frenar el interés de muchos viajeros. Así las cosas, el puente de Diciembre se ha dado lógicamente por perdido y los hoteleros confían en poder aguantar financieramente sus empresas hasta, al menos, la primavera para ver si cambia la situación con las vacunas o con la creación de corredores aéreos seguros y se puede recuperar algo de terreno de cara al verano. 

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