Noviembre se ha estrenado en el puerto de Málaga con la llegada del superyate Ulysses; un muy significativo barco privado de recreo que, a primeras horas de la mañana de este domingo, quedaba atracado en el muelle número dos. Gestionado su amarre por la Autoridad Portuaria ya que la concesionaria que llevará la dársena de grandes yates aún no está realizando estos asuntos, la llegada del Ulysses constituye el más significativo atraque de un barco de estas características en activo en lo que llevamos de año.

Propiedad del magnate de los negocios neozelandés Graeme Hart, este yate calificado como de exploración, fue construido entre noruega y Alemania. Empleados cuatro años en su fabricación, en 2018 el Ulysses realizaba sus pruebas de mar antes de ser entregado a su armador.



Con 116 metros de eslora, este superyate de 6.862 toneladas de registro bruto con casco de acero y superestructura de aluminio, tuvo un coste final de 235 millones de euros; un precio al que habría que añadir algunos de los muchos lujosos extras que se encuentran a su bordo.

Con una habilitación que le permite embarcar hasta 36 pasajeros repartidos en 15 camarotes, la tripulación de este yate asciende a 48 personas. Repartidos en sus seis cubiertas todos los estándares propios de estos grandes barcos de recreo privado, el Ulysses, a popa presenta una gran piscina que se completa con un gimnasio y una zona dedicada a los deportes acuáticos.

Disponiendo de una decoración interior ecléctica donde se combinan muy diferentes materiales, este yate que realiza su primera visita a Málaga, llama poderosamente la atención por sus formas exteriores. Mostrando un helipuerto donde va un helicóptero Bell 429, a proa, este buque enseña dos de sus cinco lanchas de transporte; una de las cuales es yate de 21 metros de eslora.

Integrado en el puesto 31 dentro del ranking de los grandes yates del mundo según su longitud, el Ulysses, con la presencia del Octopus que desde enero permanece en aguas malacitanas a la espera de ser vendido, tiene previsto permanecer un par de días atracado en el muelle número dos.

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