Los periodistas deben ser invisibles en las informaciones. Pero este reportaje no me queda más remedio que hacerlo en primera persona. A principios de junio, mi médico de cabecera me derivó a un especialista por un proceso que, afortunadamente, es banal e indoloro. Primer traspié: después de tres meses, la atención especializada no sólo no había tramitado mi petición, sino que la había perdido; no constaba derivación alguna. Por error, arte de magia o truco informático, había desaparecido de la lista de espera.

Así que a comienzos de septiembre, el centro de salud volvió a hacer la derivación. Semanas después llamo a Salud Responde. Tras varios intentos, logro contactar con este servicio. No les consta la derivación y me ofrecen cita otra vez con el médico de cabecera. Lo rechazo porque sería la tercera vez que me derivaría. Me explican que entonces llame a Cita Previa del Clínico –mi hospital de referencia– al teléfono 95 1032624, para saber qué pasa con mi cita. Llamo a ese número. Comunica. Vuelvo a llamar. Comunica. Pruebo más tarde. Comunica. Intento al día siguiente. Comunica. Tras una docena de llamadas, desisto. Confío en que ya me llegará la cita.



Pero no me llega. Después de cinco meses esperando, contacto otra vez con Salud Responde por si hay noticias de mi cita. Me canso de escuchar una y otra vez “En este momento estamos atendiendo otra llamada”. Llamo un poco más tarde. Escucho las opciones, “pulse 1, pulse 2, espere”. Espero. Pero una grabación me informa: “En estos momentos, todos nuestros operadores están ocupados. Disculpen las molestias”. El sistema corta la llamada. Dejo pasar un rato, insisto con Salud Responde y me atienden. Aunque han transcurrido varias semanas, sigue sin constar mi derivación. Ni la de junio, ni la de septiembre. Me indican que llame a la centralita del Clínico (95 103200) o a Cita Previa de ese hospital (95 1032624).

Contactar con el teléfono de Cita Previa del Clínico es una misión casi imposible

Pruebo con este último número. Comunica, como siempre. Llamo a la centralita. Me atienden a la primera, pero me explican que tengo que ponerme en contacto directamente con el 95 1032624 o acudir físicamente a Cita Previa del hospital. Llamo al 95 1032624. Comunica. Y llamo y llamo y llamo. Siempre comunica. Dejo pasar un rato y vuelvo a llamar. Sigue comunicando. Llamo 38 veces. A punto estoy de tirar la toalla. Pienso en ir físicamente al Clínico. Vivo en la capital. De modo que en 20 minutos, con el Metro, puedo plantarme ante el mostrador de Cita Previa. Pienso en los vecinos de Ronda, Alhaurín el Grande o Tolox quienes, si no logran contactar por teléfono, deben perder toda la mañana para venir a Málaga.

Hago la llamada número 39 al 95 1032624. Si sumo a la docena de veces que lo intenté un par de semanas antes, he tratado de comunicar con ese teléfono en medio centenar de ocasiones. Por fin suena… Alguien descuelga… y se corta. Llamo de nuevo. Ya es la llamada 40 que hago en la misma mañana. Otra vez comunica. Rellamada… Suena y una trabajadora me atiende del otro lado del teléfono. Me informa que estoy en el sistema, pero que aún no tengo fecha de cita, pese a que llevo esperando cinco meses. Activa una especie de reclamación para que me den en un turno con el especialista y me llamen telefónicamente para indicarme día y hora de la cita o me la envíen por correo.

Luego alguien me explica que mi cita estaba “diferida”. Es decir, en el cajón, a la espera de que haya agenda disponible. Primero desaparecida, luego “diferida”; así desde junio. Recuerdo que mi patología es banal e indolora. Y pienso en aquellos pacientes con dolencias no banales o que causan dolor. Por ellos, me decido a escribir por primera vez en más de 30 años como periodista un reportaje en primera persona: porque sospecho que mis dificultades para acceder a una cita con el especialista en la sanidad pública son similares a las de muchos otros usuarios que no tienen el privilegio de escribir en un medio de comunicación para contarlas. Por eso, en este caso, mi voz es su voz.

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