Economía social, transición verde, agricultura, desarrollo sostenible y la tecnología componen algunas de las armas que los expertos y las administraciones públicas creen que se deben emplear para luchar contra la despoblación, un problema que en caso de Málaga afecta especialmente a los municipios del interior de una forma más grave. Aspectos que están siendo abordados en el I Congreso Europeo de Innovación Social organizado por la Diputación de Málaga y que fue inaugurado por su presidente, Francisco Salado.

El problema, marcado como uno de los aspectos prioritarios para la Unión Europea, conlleva el reto de crear empleos que permitan asentar a población joven y evitar la fuga de cerebros, para lo que se cree que el amplio número de personas mayores de 50 años que existen es un importante nicho de creación de economía y empleo.



En este sentido, Peter Varnai, consultor principal con base en la oficina del Reino Unido de Technopolis Group y responsable de la Unidad de Negocio de Salud, mostró los datos de su estudio en el que se reflejan la importancia que tienen este sector de la población en el consumo y en la generación de servicios que son consumidos mayoritariamente por este grupo de población.

Ante ello abogó por el desarrollo de nuevas tecnologías y servicios que le permitan vivir en sus casas de manera segura el mayor número de años posible, dándoles así una mayor independencia y al mismo tiempo creando oportunidades de negocio y empleo. Sistemas de seguridad, control de la salud, robótica y hasta los futuros coches autónomos considera que pueden jugar en papel en esta economía, y es que cada vez se demanda el tener una mayor autonomía y libertad de movimientos. También los servicios de ocio o el consumo de alimentos sostuvo que juegan un papel importante.

Tal y como adelantó Varnai, en 2025 habrá en la UE 222 millones de personas mayores de 50 años frente a los 199 millones que había en 2015, lo que representa el 43% de la población de los 27 países europeos que integran la comunidad europea con un consumo estimado de 5,7 billones de euros en bienes y servicios, frente a los 3,7 billones que se consumieron en 2015. Además, también se apostó por la potenciación de los recursos que ofrece el medio ambiente y la agricultura al mundo rural dentro de los programas que apuestan por la transición verde y el desarrollo sostenible como generadoras de empleo y riqueza.

A ello se unen las nuevas tecnologías que permiten el teletrabajo, un aspecto que se precipitó a causa de la pandemia y que los expertos creen que se debe aprovechar en estos momentos para luchar contra la despoblación ante el interés generado en algunas personas por dejar las grandes ciudades e irse a vivir a localidades de menores dimensiones y en entornos naturales.

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