La pandemia de Covid-19 no deja de crear situaciones anómalas, dándose la paradoja de que acciones cotidianas como cruzar la calle se convierten en delito, como es el caso de algunas vías que comparten las localidades malagueñas de Mijas y Fuengirola tras el cierre perimetral de los municipios decretado por la Junta de Andalucía.

Así, actos como hacer acopio de alimentos, tirar la basura, sacar al perro, cruzar la calle para comprar tabaco o estacionar pueden ser motivo de sanción en estas ciudades que comparten vías y servicios. Es por ello que ambos ayuntamientos solicitaron al inicio de la semana ser considerados como núcleo urbano único, una propuesta que ha sido rechazada por la Administración autonómica.



La negativa no ha caído bien en estas comunidades, así como tampoco la medida, siendo adjetivos como “absurdo”, “tontería” o “ilógico” los más repetidos en los corrillos que montan los vecinos de la calle La Unión, donde una acera pertenece a Fuengirola y otra a Mijas. Otras vías como Camino de Santiago, de Las Cañadas o de Coín, San Javier o la avenida de Mijas presentan la misma situación, al igual que el parque y el centro comercial Miramar, situados cada uno en una localidad.

Teresa Rodríguez es una vecina de Fuengirola que lleva 30 años viviendo en la calle Almachar, cercana a La Unión. “Llevo toda la vida aquí. Mi banco, la comida de mi perro y mi farmacia están en Mijas, pero esto es una calle”. “Estoy infringiendo las normas porque lo veo absurdo” ha expresado Rodríguez, valorando que “tienen que hacer una excepción” con la zona porque “hay más riesgos en ir más lejos de mi barrio” y “estoy más expuesta”, ya que la farmacia más próxima “está a tres kilómetros” y para ir a la entidad bancaria fuengiroleña debería de ir “al centro”.

El acopio de alimentos es otra de las situaciones que se ven afectadas en el día a día de los ciudadanos de estas calles, dónde entran en juego varios factores como la cercanía, el peso de la cesta de la compra y el bolsillo, según ha destacado Regina Gabriela, que reside en el ala mijeña de La Unión.

“Es ridículo, absurdo totalmente y no tiene sentido”, valorando que a esta situación “hay que ponerle un remedio”. Entre las incomodidades que provoca la medida, ha apuntado al hecho de ir a hacer la compra, ya que a pocos metros de la calle, en Fuengirola, se encuentra un supermercado más económico, pero el más cercano ubicado en Mijas está “muy retirado”, además de que “es más caro”. “Me estoy arriesgando, pero no creo que me lleven presa por cruzar de acera. Estoy cruzando y arriesgando por mi bolsillo”, ha remarcado esta residente, asegurando que “nadie está contento con esto”.

En esta situación, no es raro ver cómo los comerciantes pasan los pedidos de una acera a otra, esperan a sus clientes al otro lado de la calzada o se hacen intercambios de mercancías en los coches para no cruzar la calle, aunque lo más habitual es la gente cruce con normalidad la vía.

Aun así, el día a día de La Unión no está exenta de situaciones paradójicas, como un señor que permanecía en la esquina con la calle José Moreno Carbonero a la espera de que llegará su hija, que vive en la zona de Mijas.”Se ha doblado el dedo del pie y voy a acompañarle al ambulatorio de Las Lagunas“, situado frente al norte de la primera, y por lo tanto, pertenece al término municipal de Mijas. “Voy hasta el centro y me quedo enfrente porque sin un justificante de que voy a una cita no puedo ir de acompañante”, ha lamentado.

La medida tampoco es comprendida por personas de avanzada edad. Juan El Cielo es un vecino de 72 años que reside en Las Cañadas de Mijas. “Yo me he criado aquí y llevo 38 años entre Las Lagunas y Fuengirola, este es mi camino y es mi vida”. De la misma opinión es su amigo Manuel Fernández, que afirma que respeta, pero “si tengo que pasar, pues paso”.

La normativa no ha impedido así que se desarrolle con concierta normalidad la actividad comercial de la vía, aunque deja estampas curiosas al modificar los hábitos de consumo. Álvaro Benítez, que regenta la Pescadería La Unión, ha explicado que “algunas me llaman, preparo el pedido y cruzo la calle” para entregar el pescado. Otros clientes “llaman con antelación para tener la carne preparada, pero solo son un par de ellos”, ha relatado Juan Carlos García, propietario de Cárnicas de Mijas. Situaciones similares vive Nuria Bautista, que dirige la tienda de moda Gorgoleta, también en la acera mijeña, que ha entregado algunos pedidos a clientes que “han pagado y recogido” las prendas en el vehículo o ha cruzado para entregar la mercancía.

En la panadería Rayo, en Fuengirola, no han echado de menos a los consumidores estos días, aunque “hoy parece que está la cosa tranquila, no sé si es porque la gente está asustada o por casualidad”, ha comentado su propietaria, Lucía Rayo. La repostera ha opinado que buscar servicios en cada localidad obviando los existentes en la propia calle es “contraproducente” porque “te estás moviendo más”.

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